Comenzó la última y más cruenta parte de la lucha por el poder en el México contemporáneo. En pocos días fueron confirmadas, de distintas maneras, las revelaciones que se habían estado haciendo en forma esporádica sobre el ocultamiento de información y francas mentiras del actual gobierno.
A tal grado que ya no fue posible para Andrés Manuel López Obrador sino minimizar y darse tiempo para responder al nuevo escenario de crisis.
Entre los seis Terabytes de documentos obtenidos de la Secretaría de la Defensa Nacional por un grupo internacional de hackers, la aceptación explícita del presidente a la vulneración de la ciberseguridad, la batalla campal, cual escenario de guerra, en Zapopan, Jalisco, la publicación del libro El Rey del Cash y la puesta al descubierto de un sistema de espionaje, que es el mismo, pero más actualizado, que el utilizado por el gobierno anterior y la contradictoria conmemoración de la matanza de Tlatelolco, entre todo eso en su conjunto el teatro se viene cayendo en grandes pedazos.
La respuesta de Andrés Manuel López Obrador: minimizar, para ganar tiempo y anunciar un incremento del 23% a las pensiones de los adultos mayores, para apaciguar la marea.
Será una semana de cuestionamientos, sin duda difícil, pero no tanto como cuando comiencen a salir a la luz los documentos que exhibirán el papel de las fuerzas armadas en tareas que debieron ser hechas por civiles, los contratos sobre las vacunas contra COVID-19, el uso y destino de los recursos para las mega obras insignia de la cuarta transformación, los recursos multimillonarios, que en efectivo, fuera de la fiscalización de los órganos electorales de que ha dispuesto el hoy presidente de México, y eso sólo por mencionar algunos de los escándalos en curso que marcarán un antes y un después en la imagen presidencial.
Si el presidente padece diferentes enfermedades que no había querido reconocer no es el fondo del asunto. Todavía puede hacerse cargo de sus responsabilidades constitucionales y aparecer diariamente en sus presentaciones mañaneras, dirigir a su partido, lanzarse contra sus adversarios, seguir dividiendo a los mexicanos y mantenerse fuera del alcance de la ley.
Puede seguir siendo presidente y estará dispuesto primero a morir que a solicitar licencia. Los problemas de fondo son otros.
Primero, la evidencia de que los mexicanos han vivido un engaño de muchos años y que en esa trama involucra a destacados miembros de las instituciones que dan el soporte principal al proyecto político: las fuerzas armadas y las autoridades hacendarias. Segundo, que la credibilidad de todo cuanto informe de ahora en adelante el Poder Ejecutivo está bajo el velo de la duda y hasta en posibilidades de ser desmentido con los documentos oficiales que han dejado de estar a resguardo confidencial. Y tercero, que si durante cuatro años, López Obrador tuvo en sus manos el manejo completo de la agenda nacional, ahora sus adversarios tendrán la oportunidad de poner temas, e incluso hasta programarlos, para buscar efectos políticos y reacciones, al interior y exterior del gobierno.
Finalmente, la hipótesis de la injerencia extranjera no es exagerada y de ser cierta significaría que el poder internacional ya puso sobre la mira al gobierno cuatritransformador.
Y para iniciados
Tendrá mucho que explicarse todavía sobre el escándalo en la entrega de la notaría número 4 de Jiutepec.
Una vez más se tiene claro que las fiscalías y los órganos autónomos e independientes de los gobiernos son fundamentales para poner freno a los abusos de poder, ya que de no ser por su existencia simplemente seguirían haciendo lo que les venga en gana, sin que nadie pudiera hacer nada. Una prueba de fuego para Juan Salazar Núñez, pues las evidencias saltan a la vista. La información es PODER!!!