Con mucha frecuencia e insistencia, Andrés Manuel López Obrador habla sobre las campañas que los conservadores orquestan en contra suya, de su partido político y de su gobierno. Pero no habla de las campañas que él mismo lanza y dirige desde Palacio Nacional.
Tiene a sus adversarios identificados desde el inicio de su mandato, más allá de las personas en específico y estos son: la libertad de pensamiento, la libertad de prensa, la libre empresa, las organizaciones de la sociedad civil, la pluralidad ideológica, el multipartidismo, las instituciones autónomas e independientes del Poder Ejecutivo, así como la división y el equilibrio de los poderes públicos.
Vaya que son muchos en su contra. Si pudiera desaparecer a todos ellos lo haría. Pero como no puede, o no con todos ha podido, su plan es someterlos o sustituirlos.
Ya sea, según el caso, extinguiendo instituciones como el Instituto Nacional del Emprendedor, dejando sin fondos a las organizaciones de la sociedad civil que no apoyen su proyecto político, fustigando a comunicadores y activistas en sus mañaneras, incorporando a sus alfiles como parte de los órganos de dirección de las instituciones autónomas o en el Poder Judicial, que tengan diez por ciento de experiencia y conocimientos, pero 90 de lealtad, y promoviendo reformas que impidan la supervivencia y crecimiento de opciones políticas diferentes a Morena.
Por cierto, si lograra su reforma electoral, hasta sus mismos aliados verían desaparecer a sus partidos políticos y no tendrían otra opción que sumarse al partido político del presidente.
Convertiría a México en una nación de dos o tres partidos, claro, con el predominio del suyo, para el que quiere una aplastante mayoría en el Congreso, o sea, un partido hegemónico, anulando las posibilidades de que los derechos y las demandas de las minorías sean tomadas en cuenta, en pleno contrasentido con la pluralidad que es una histórica característica distintiva de la sociedad mexicana.
Afortunadamente, las normas constitucionales y la sociedad no se lo han permitido del todo. La Constitución lo limita y la sociedad no le dio los votos suficientes como para reformar la Carta Magna a su modo. Para eso quiere la reforma electoral, para contar con mayoría en todas sus vertientes: simple, absoluta, calificada y, por tanto, definitiva.
AMLO está en campaña permanente contra todos estos adversarios, a los que ve como obstáculos para su dominio político. Por eso arremete con los calificativos que ya hizo populares entre sus seguidores. Usa, todos los días, los recursos del Estado, nuestros impuestos pues, para desprestigiar, señalar, dividir y enconar.
No debe perderse de vista que los enemigos de AMLO son, a la vez, partes fundamentales de una sociedad democrática.
En consecuencia, si los considera en su contra, no es un demócrata. Es como el lobo con piel de oveja. Los cercanos a él se han dado cuenta de ello, han visto debajo del manto que lo cubre y, una de dos, o huyen o se quedan aterrorizados.
Y para iniciados
A las diez de la mañana está convocada una rueda de prensa de Frankie Mondragón, coordinador de Protección Civil del Ayuntamiento de Cuernavaca, luego de los ataques que recibió en días pasados. Nos comentan que no sólo será discurso y presentación de sus exámenes antidoping, sino también de documentos y evidencias para hacer señalamientos concretos.
Al parecer, este asunto se va a poner muy bueno. La información es PODER!!!